En la casa del pueblo el tiempo se ha detenido.
No sé por qué, pero cada vez que voy tengo la sensación
de viajar a mi pasado. A mi infancia y adolescencia.
La estufa y su rescoldo, el viejo hule de plástico,
la eterna bombilla del Sobrao, donde hay capas de
objetos llenos de significado, que una vez aparcados allí
pasaron a formar parte de una realidad atemporal.
Pero cuando mi madre entra en la cocina cojeando
veo que el tiempo no se ha detenido.
Ahora en la mesa ya no sólo está el trofeo de Jota,
que ganó tantos años. Ahora también está el bastón, que
ya forma parte de su atuendo diario.
Aunque cuando esté operada de la rodilla,
aspira a renovar su título de Jotera Mayor.
Y todos esperamos que así sea.
Cuanta belleza! bonitas fotos, bonito texto.
ResponderEliminarQué bonito José, precioso.
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