Madrid está cada vez más lleno de turistas que se agolpan en los sitios programados para ellos. Son animales de lugares de guía turística. Si un lugar está en la guía huye. Ese territorio ya es suyo.
En la actualidad hay una ciudad que ya no es más que un decorado, como si fuera un museo, lleno de belleza inerte. Y ese territorio no para de crecer. El año pasado más de ocho millones de personas eligieron Madrid como destino turístico.
El Ayuntamiento tiene previsto incrementar esta cifra un 30% en los próximos cuatro años, lo que incluye un aumento de un 50% el gasto de los turistas y la intención de disminuir un 20% la estacionalidad.
Para ello harán un gran esfuerzo en promocionar en 18 ciudades del mundo "el patrimonio histórico-cultural, que incluye algunos de los mejores museos del mundo; las atractivas opciones en sus alrededores; su oferta gastronómica variada y de calidad; sus eventos y espectáculos de relevancia internacional; sus encuentros futbolísticos de alto nivel; y la esencia y tradiciones españolas presentes en sus calles" (es decir, nosotros los madrileños).
Sinceramente, a mi este plan estratégico de nuesta alcaldesa me da pavor. Porque lo primero que pretende, y me temo que lo único, es ingresar mucho dinero en las arcas del cabildo. Algo que no está mal en sí mismo, pero no tanto si se descuida la cultura viva de la ciudad y a sus habitantes, como hasta ahora. A pesar de esos cuantiosos ingresos.
En esta imagen, con tanto orden programado, sólo oigo ruido. Ruido fotográfico.
Que sólo soy capaz de paliar gracias a ese músico genial e ignorado
por ese grupo homogéneo de personas desconocidas, incluso entre ellas.
Que sólo soy capaz de paliar gracias a ese músico genial e ignorado
por ese grupo homogéneo de personas desconocidas, incluso entre ellas.
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