La Semana Santa castellana es la celebración
de un sentimiento religioso interior.
Es sobrio, austero y propio de estos páramos,
llenos de duras luces y sombras silenciosas.
Y así transcurrió la Procesión de los Pasos del Jueves Santo,
prácticamente en silencio y con el suspiro de la pasión contenida.
Así es Ávila.
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