sábado, 6 de junio de 2015

Ana Botella, y su risa imparable.


Ana no puede parar de reir. Pero es para llorar.

Por supuesto, esta imagen está descontextualizada. 
Se reía de los comentarios de un cómico muy bueno.
Pero iba algo sobreactuada, sólo hay que ver las caras del fondo.
Como ha pasado ahora, al final de su legislatura. Ha actuado de más.

Como informa Eldiario.es 
El último día hábil de su mandato oficial, el 22 de mayo, vendió 15.200 metros 
cuadrados de suelo público por valor de 11 millones de euros 
con destino a la construcción de viviendas,
que tendrán que resolver desde el nuevo equipo de Gobierno.

Se va relanzando de nuevo la burbuja inmobiliaria,
que parece que es la obra inconclusa de los Aznar Botella.
Así queda bien parada de cara al lobby de la construcción española.

Es muy grave, porque el nuevo equipo de gobierno se verá atado de pies y manos.
Se puede paralizar el proceso, o bien  a cambio de volver a sacar el concurso más adelante,
o indemnizando a los perjudicados, sus amigos constructores. 
Un pago, una vez más, que haremos entre todos.

Así que su felicidad es nuestra desgracia.
No en esta foto, pero sí en su desafortunada gestión municipal.
Donde su risa es imparable, pero no impagable.

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