Siempre me impresionaron las flores de los árboles.
Rompen las ramas con su fuerza y las convierten en algo
bello, único, fútil e irrepetible.
En unos días todas mueren para convertirse en un fruto.
Pero ese momento es como una luz que las fija a duras penas
sobre un fondo azul y frío que siempre ha sido y será así.
Es brutal.
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